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Jacinto María Alvariza
Nació en San Carlos, el 13 de Agosto de 1851. Este carolino, solicitó a la Junta Económico - Administrativa de San Carlos, la donación de un predio para construir un hospital para esta ciudad; él levantaría este nosocomio a su costo. La exigencia de este señor era que este centro llevara el nombre de su padre: Florencio María Alvariza.
El gobierno local accedió y donó a tal fin un terreno que actualmente estaría sobre Ceberio (esquina cruzada con la Escuela N° 8), en la manzana 130. El 1 de Enero de 1901 se puso la piedra fundamental en medio de gran regocijo popular. Pero como el terreno donado era muy irregular, éste exigía mucho relleno y nivelación, por ello Alvariza solicitó otro más adecuado y realizó una permuta con el terreno donado en primera instancia por otro ubicado frente a la Plaza 19 de Abril. Para realizar el cambio Alvariza debió completar con ciento cincuenta pesos y la tramitación legal de éste.
En Junio de 1902 el Dr. Soler y Trilla solicitan permiso a Alvariza para ocupar el hospital, aún sin terminar, con atacados de viruela. En 1910 se realiza otro pedido de la misma índole, no obstante las autoridades se desinteresan de darle al edificio su verdadero destino. Pasó el tiempo y el hospital nunca se habilitó y luego llegó a ser inadecuado para tal función.
En 1923 la Dirección de Asistencia Pública solicitó al Sr. Alvariza, la venta de la mencionada construcción para emplearla en la Escuela Industrial. Jacinto María Alvariza destinó el dinero de la venta, a la nueva construcción del hospital que lleva el nombre de su padre: FLORENCIO MARIA ALVARIZA.
Este prestigioso hijo de San Carlos, propuso el 6 de enero de 1901, el nombre de Andrés Ceberio para la calle donde actualmente se encuentra ubicado el hospital. Fue una persona muy importante y ayudó en gran medida a la sociedad carolina.
El gobierno local accedió y donó a tal fin un terreno que actualmente estaría sobre Ceberio (esquina cruzada con la Escuela N° 8), en la manzana 130. El 1 de Enero de 1901 se puso la piedra fundamental en medio de gran regocijo popular. Pero como el terreno donado era muy irregular, éste exigía mucho relleno y nivelación, por ello Alvariza solicitó otro más adecuado y realizó una permuta con el terreno donado en primera instancia por otro ubicado frente a la Plaza 19 de Abril. Para realizar el cambio Alvariza debió completar con ciento cincuenta pesos y la tramitación legal de éste.
En Junio de 1902 el Dr. Soler y Trilla solicitan permiso a Alvariza para ocupar el hospital, aún sin terminar, con atacados de viruela. En 1910 se realiza otro pedido de la misma índole, no obstante las autoridades se desinteresan de darle al edificio su verdadero destino. Pasó el tiempo y el hospital nunca se habilitó y luego llegó a ser inadecuado para tal función.
En 1923 la Dirección de Asistencia Pública solicitó al Sr. Alvariza, la venta de la mencionada construcción para emplearla en la Escuela Industrial. Jacinto María Alvariza destinó el dinero de la venta, a la nueva construcción del hospital que lleva el nombre de su padre: FLORENCIO MARIA ALVARIZA.
Este prestigioso hijo de San Carlos, propuso el 6 de enero de 1901, el nombre de Andrés Ceberio para la calle donde actualmente se encuentra ubicado el hospital. Fue una persona muy importante y ayudó en gran medida a la sociedad carolina.
Gral. Melchor Maurente
Nació en San Carlos, el 6 de enero de 1846. Sus servicios militares se inician en la revolución encabezada por el General Venancio Flores, en una campañía de Infantería formada en la Villa de San Carlos. En julio de 1865 se incorpora a las fuerzas orientales que concurren a la guerra de Paraguay, participando en la Batalla de Yatay, habiendo recibido diploma y medalla de plata por dicha intervención.
En 1870 participa de la Revolución dirigida por Timoteo Aparicio, encabezando el escuadrón de caballería nacional de Maldonado, recibiendo en la Batalla del Sauce una herida de bala que lo deja inútil para el servicio militar. Luego ocupa el cargo de Comisario de San Carlos, el cual abandona en 1875 para participar de la Revolución Tricolor. El 15 de julio de 1880, revista como Comisario del la 3era Sección de Maldonado y en octubre de 1882 solicita su ingreso al ejército activo por estar restablecido de sus heridas. El 1° de Febrero de 1885, es nombrado Jefe de Policía de Maldonado y en 1886 asciende a Teniente Coronel. Ese mismo año al estallar la Revolución del Quebracho, organiza los escuadrones policiales incorporándose a las fuerzas del general Sandalio Ximenez. Pasa a ser Coronel efectivo desde el 17 de Febrero de 1894.
Más tarde, en 1897, en la revolución de Aparicio Saravia, fue nombrado Comandante Militar de Maldonado, y organizó la División del Departamento, con la cual se incorporó al ejército del General Muníz el 15 de Abril. Durante este episodio, junto con su división marchó hacia Minas con una fuerza de mil hommres, donde participó de varios enfrentamientos; estando al frente de las tropas de la capital Departamental, sostuvo varios tiroteos de guerrilla en el Paso Maldonado.
El 4 de Noviembre de 1904, es nombrado Jefe Político y de Policía de Maldonado.
En diciembre de 1915, el Coronel Maurente residía en la Villa de San Carlos en calle Treinta y Tres N° 139 (hoy 897).
El 17 de setiembre de 1919 pasó a retiro y fue ascendido al Grado de General de Brigada el 18 de setiembre de 1920.
Falleció en su ciudad natal el 29 de junio de 1927.
Otra visión y versión de Melchor Maurente y de otros ciudadanos no tan ilustres:
VERGÜENZA CAROLINA: EL NOMENCLÁTOR por Mirope Medina
Cada poco tiempo aparece en el tapete, el cambio de nombres para alguna calle, que saca de la modorra a los analfabetos ediles que nada saben del tema. La gente opina que a cada rato no se puede estar cambiando los nombres. Coincidimos con ese pensamiento. Pero algunas denominaciones no tienen razón de ser y hay que eliminarlas. Muchos de los nombres fueron tácitamente aceptados por ignorancia de la historia carolina o por acomodo político. No tenemos por que soportar que en el nomenclátor existan nombres sin mérito para ello. Lo decimos “a calzón quitado”, esos deben desaparecer de la memoria colectiva. No merecen ser recordados. Se debe incluir otros injustamente e intencionalmente “olvidados” y que si merecen el agradecimiento de la población.
La gente está “podrida”, que solo se recuerde a individuos de la prestigiada fauna política, y se olvide a médicos, escritores, científicos, poetas, deportistas, o simples ciudadanos que se rompieron las asentaderas por no decir culo, por el bienestar de quienes vivimos en la horqueta de dos arroyos. Porque en tren de hacer favores a la comunidad, y nunca ser recordados, está el “Loco Cacciatore” que salvó a varias personas de morir ahogadas en el arroyo San Carlos, casi en el mismo lugar donde se ahogó la esposa del Coronel Leonardo Olivera. Ese humilde, servicial y bohemio tiene más méritos que algunos políticos.
En la ciudad que “permaneció y floreció” , algunos nombres son un atentado a la historia y dignidad de un pueblo libertario y culto. El Coronel Melchor Maurente fue un militar muy cuestionado. Según alguna prensa era un déspota. Incluso algunos opinan que si hubiera vivido en la última dictadura, podría ser investigado por torturas. Luis Baeza una anécdota. Sucedía en la comisaría de San Carlos. Sucede que un agente, trajo detenido a un borracho de esos que no molestan a la gente. Mamertos que toman una copa y se les terminó la verticalidad. -Aquí traigo a este borracho que encontré - le dice el milico a Maurente, luego de hacerle la venia. El Coronel ordena - Páselo al calabozo! Pero según esa versión que nos dieron , cuando el pobre ebrio era llevado hacia adentro por el policía, el carolino que tiene inmerecido su nombre en una calle, le pega de atrás un sablazo en el cuello y prácticamente lo decapita. Habría que averiguar la verdadera personalidad de Maurente para saber si merece ser recordado. Todo hace suponer que ese homenaje es por política o amistad con don Melchor.
Tampoco tiene razón de ser la calle Fernández Chávez. ¿Qué hizo este señor en beneficio de San Carlos? Que sepamos nada útil. Se dice que hasta su viuda se asombró cuando supo que a una calle le ponían el nombre de su marido.
Por política tenemos el nombre de Tomás Berreta, cuando 4 de octubre es una fecha importante para todos los carolinos y toda la comarca.
Qué podemos esperar en un San Carlos que es el reino de lo insólito y la estupidez, como de tener un Liceo de Enseñanza Pública con el nombre de un odiado Monseñor llamado Mariano Soler. Éste religioso de Opus Dei y de la rancia aristocracia, estaba contra la enseñanza pública, laica y gratuita. Defendía a la nefasta educación privada y elitista que anro mal hace a la humanidad.
Tampoco es acertado que haya una calle Juan de Ibarborou. Esa arteria de tránsito debería llamarse “Juana de América” o “Juana Fernández Morales. Recordemos que su esposo, un militar prepotente y golpeador le hacía la vida imposible y fue quien la introdujo en la droga. En sus últimos años, la insigne poetiza arachana (Así se le llama a una persona de Cerro Largo), se arrepintió de tener como seudónimo el apellido de su esposo. No es bueno darle lustre a un hombre que maltrata mujeres.
Suponemos que a nadie se le ocurriría poner una calle con el nombre de Francisco Antonio Vidal por más carolino que sea. Éste señor fue varias veces presidente provisional del Uruguay. Solo una vez fue elegido democrática-mente. Según sus biógrafos llegó a la primera magistratura en forma no muy honesta. Parece que lo hizo con zancadillas y serruchando piernas adversarias. Chirriaban las bisagras de sus rodillas para doblarse ante sus superiores. Era experto en lamer las botas de los milicos de turno. Como se diría ahora, era cómplice civil de quienes mandaban, algo así como el Aparicio Méndez de aquella época. Con esos antecedentes, suponemos que a nadie se le ocurrirá la estúpida idea de incluirlo en el nomenclátor.
Nombres que merecen el recuerdo de un pueblo bien nacido son los de Roque Graseras y Constituyente, recordado en Pocitos pero no aquí, el lugar donde nació. Falta Manuel Correa que edecán de Belgrano y que junto a Leonardo Olivera se batió como un valiente en las contiendas por la libertad. También falta Lázaro de Mendinueta, que por orden de Cevallos realizó el amansamiento de ésta población. Basilio Bustamante, fue dos veces presidente constitucional de éste país. Fue presidente también de ambas cámaras y tuvo el privilegio de recibir los restos de Artigas en el puerto de Montevideo.
Hubo además un artesano de renombre que hizo conocer a nuestro país en toda América. Su nombre Carlos Díaz Tort. Todos los gobiernos lo enviaban al exterior a elegir las mejores maderas, porque era un experto en árboles nativos. Varias veces fue a Paraguay a comprar esas maderas que el país necesitaba. La calle 4, mal llamada Aiguá que se corta en Alvariza, debería llevar su nombre. En esa avenida entre Ejido y Agorrody tenía su famoso taller. Como simple acotación, digamos que Carlos Días Tort, fue el primer suscriptor de UTE en San Carlos.
La verdad es que los carolinos estamos haciendo el ridículo con el nomenclátor que padecemos. Entre los olvidados injustamente está el prestigioso poeta socialista Orlando Cabrera Plada. También un carolino por adopción, muy buen poeta y anarquista de fuste llamado Roque Moffa. Por todos lados hay calles que recuerdan a Batlle y Herrera. ¿Por qué no hay una que se llame Emilio Frugoni? Éste ilustre uruguayo fue escritor, abogado, poeta, jurisconsulto y fundador del Partido Socialista. Sin duda era un intelectual de renombre que enalteció a las letras uruguayas.
Pero insistimos, en nuestra ciudad deben primar los nombres de carolinos y de quienes sin serlo vivieron en esta ciudad y tuvieron actividad de destaque. Quizás deba incluirse el nombre de Hilario Tobio, dueño del horno donde se hicieron los ladrillos para construir la iglesia de San Carlos Borromeo. Recordemos que el primer nomenclátor data de 1877. Se reunieron para dar nombres a las calles: Antonio Gorostiza, F. Alvariza, Armando Rodriguez, Pedro Olivera y Pedro Acosta. Faltó a esa reunión Cayetano Acosta. Estos ciudadanos regían los destinos de esta villa . El 2 de abril de ese año, 1877, se realiza la reunión donde se eligen los nombres para las calles de la incipiente población.
El nomenclátor sufrió con el paso de los años los avatares de las rencillas políticas y alcahuete-rías como en el caso del barrio Asturias. Allí se homenajea al país que mandó al asesino Cristóbal Colón a robar el oro y exterminar a los verdaderos dueños de éste continente.
Publicamos el primer plano de San Carlos que hizo el agrimensor José Olsina en 1853.
Publicamos el primer plano de San Carlos que hizo el Agrimensor José Olsina en 1853. Dos décadas después se le dio nombre a esas calles. Vemos en un ángulo, el viejo cementerio donde ahora está el corralón municipal, Se ve también la antigua plaza 25 de Mayo², hoy llamada Plaza Artigas. Como se ve no estaba desde el principio la Plaza de la Cuchilla³.
En 1998 escribíamos en el Diario Correo : “Las calles de San Carlos y sus denominaciones es un tema trillado, pero sigue teniendo vigencia ya que ninguna autoridad nuestra, tien el coraje de agarrar el toro por las astas y solucionar los errores de los nombres. Se lavan las manos y soslayan el problema por miedo de algunos personajes a quemarse y quedar muy torrados”.
Lo del título, el nomenclátor es la gran vergüenza carolina es un tema que no se agota con esta nota.
Habrá más.
Fuente: Mirope Medina
En 1870 participa de la Revolución dirigida por Timoteo Aparicio, encabezando el escuadrón de caballería nacional de Maldonado, recibiendo en la Batalla del Sauce una herida de bala que lo deja inútil para el servicio militar. Luego ocupa el cargo de Comisario de San Carlos, el cual abandona en 1875 para participar de la Revolución Tricolor. El 15 de julio de 1880, revista como Comisario del la 3era Sección de Maldonado y en octubre de 1882 solicita su ingreso al ejército activo por estar restablecido de sus heridas. El 1° de Febrero de 1885, es nombrado Jefe de Policía de Maldonado y en 1886 asciende a Teniente Coronel. Ese mismo año al estallar la Revolución del Quebracho, organiza los escuadrones policiales incorporándose a las fuerzas del general Sandalio Ximenez. Pasa a ser Coronel efectivo desde el 17 de Febrero de 1894.
Más tarde, en 1897, en la revolución de Aparicio Saravia, fue nombrado Comandante Militar de Maldonado, y organizó la División del Departamento, con la cual se incorporó al ejército del General Muníz el 15 de Abril. Durante este episodio, junto con su división marchó hacia Minas con una fuerza de mil hommres, donde participó de varios enfrentamientos; estando al frente de las tropas de la capital Departamental, sostuvo varios tiroteos de guerrilla en el Paso Maldonado.
El 4 de Noviembre de 1904, es nombrado Jefe Político y de Policía de Maldonado.
En diciembre de 1915, el Coronel Maurente residía en la Villa de San Carlos en calle Treinta y Tres N° 139 (hoy 897).
El 17 de setiembre de 1919 pasó a retiro y fue ascendido al Grado de General de Brigada el 18 de setiembre de 1920.
Falleció en su ciudad natal el 29 de junio de 1927.
Otra visión y versión de Melchor Maurente y de otros ciudadanos no tan ilustres:
VERGÜENZA CAROLINA: EL NOMENCLÁTOR por Mirope Medina
Cada poco tiempo aparece en el tapete, el cambio de nombres para alguna calle, que saca de la modorra a los analfabetos ediles que nada saben del tema. La gente opina que a cada rato no se puede estar cambiando los nombres. Coincidimos con ese pensamiento. Pero algunas denominaciones no tienen razón de ser y hay que eliminarlas. Muchos de los nombres fueron tácitamente aceptados por ignorancia de la historia carolina o por acomodo político. No tenemos por que soportar que en el nomenclátor existan nombres sin mérito para ello. Lo decimos “a calzón quitado”, esos deben desaparecer de la memoria colectiva. No merecen ser recordados. Se debe incluir otros injustamente e intencionalmente “olvidados” y que si merecen el agradecimiento de la población.
La gente está “podrida”, que solo se recuerde a individuos de la prestigiada fauna política, y se olvide a médicos, escritores, científicos, poetas, deportistas, o simples ciudadanos que se rompieron las asentaderas por no decir culo, por el bienestar de quienes vivimos en la horqueta de dos arroyos. Porque en tren de hacer favores a la comunidad, y nunca ser recordados, está el “Loco Cacciatore” que salvó a varias personas de morir ahogadas en el arroyo San Carlos, casi en el mismo lugar donde se ahogó la esposa del Coronel Leonardo Olivera. Ese humilde, servicial y bohemio tiene más méritos que algunos políticos.
En la ciudad que “permaneció y floreció” , algunos nombres son un atentado a la historia y dignidad de un pueblo libertario y culto. El Coronel Melchor Maurente fue un militar muy cuestionado. Según alguna prensa era un déspota. Incluso algunos opinan que si hubiera vivido en la última dictadura, podría ser investigado por torturas. Luis Baeza una anécdota. Sucedía en la comisaría de San Carlos. Sucede que un agente, trajo detenido a un borracho de esos que no molestan a la gente. Mamertos que toman una copa y se les terminó la verticalidad. -Aquí traigo a este borracho que encontré - le dice el milico a Maurente, luego de hacerle la venia. El Coronel ordena - Páselo al calabozo! Pero según esa versión que nos dieron , cuando el pobre ebrio era llevado hacia adentro por el policía, el carolino que tiene inmerecido su nombre en una calle, le pega de atrás un sablazo en el cuello y prácticamente lo decapita. Habría que averiguar la verdadera personalidad de Maurente para saber si merece ser recordado. Todo hace suponer que ese homenaje es por política o amistad con don Melchor.
Tampoco tiene razón de ser la calle Fernández Chávez. ¿Qué hizo este señor en beneficio de San Carlos? Que sepamos nada útil. Se dice que hasta su viuda se asombró cuando supo que a una calle le ponían el nombre de su marido.
Por política tenemos el nombre de Tomás Berreta, cuando 4 de octubre es una fecha importante para todos los carolinos y toda la comarca.
Qué podemos esperar en un San Carlos que es el reino de lo insólito y la estupidez, como de tener un Liceo de Enseñanza Pública con el nombre de un odiado Monseñor llamado Mariano Soler. Éste religioso de Opus Dei y de la rancia aristocracia, estaba contra la enseñanza pública, laica y gratuita. Defendía a la nefasta educación privada y elitista que anro mal hace a la humanidad.
Tampoco es acertado que haya una calle Juan de Ibarborou. Esa arteria de tránsito debería llamarse “Juana de América” o “Juana Fernández Morales. Recordemos que su esposo, un militar prepotente y golpeador le hacía la vida imposible y fue quien la introdujo en la droga. En sus últimos años, la insigne poetiza arachana (Así se le llama a una persona de Cerro Largo), se arrepintió de tener como seudónimo el apellido de su esposo. No es bueno darle lustre a un hombre que maltrata mujeres.
Suponemos que a nadie se le ocurriría poner una calle con el nombre de Francisco Antonio Vidal por más carolino que sea. Éste señor fue varias veces presidente provisional del Uruguay. Solo una vez fue elegido democrática-mente. Según sus biógrafos llegó a la primera magistratura en forma no muy honesta. Parece que lo hizo con zancadillas y serruchando piernas adversarias. Chirriaban las bisagras de sus rodillas para doblarse ante sus superiores. Era experto en lamer las botas de los milicos de turno. Como se diría ahora, era cómplice civil de quienes mandaban, algo así como el Aparicio Méndez de aquella época. Con esos antecedentes, suponemos que a nadie se le ocurrirá la estúpida idea de incluirlo en el nomenclátor.
Nombres que merecen el recuerdo de un pueblo bien nacido son los de Roque Graseras y Constituyente, recordado en Pocitos pero no aquí, el lugar donde nació. Falta Manuel Correa que edecán de Belgrano y que junto a Leonardo Olivera se batió como un valiente en las contiendas por la libertad. También falta Lázaro de Mendinueta, que por orden de Cevallos realizó el amansamiento de ésta población. Basilio Bustamante, fue dos veces presidente constitucional de éste país. Fue presidente también de ambas cámaras y tuvo el privilegio de recibir los restos de Artigas en el puerto de Montevideo.
Hubo además un artesano de renombre que hizo conocer a nuestro país en toda América. Su nombre Carlos Díaz Tort. Todos los gobiernos lo enviaban al exterior a elegir las mejores maderas, porque era un experto en árboles nativos. Varias veces fue a Paraguay a comprar esas maderas que el país necesitaba. La calle 4, mal llamada Aiguá que se corta en Alvariza, debería llevar su nombre. En esa avenida entre Ejido y Agorrody tenía su famoso taller. Como simple acotación, digamos que Carlos Días Tort, fue el primer suscriptor de UTE en San Carlos.
La verdad es que los carolinos estamos haciendo el ridículo con el nomenclátor que padecemos. Entre los olvidados injustamente está el prestigioso poeta socialista Orlando Cabrera Plada. También un carolino por adopción, muy buen poeta y anarquista de fuste llamado Roque Moffa. Por todos lados hay calles que recuerdan a Batlle y Herrera. ¿Por qué no hay una que se llame Emilio Frugoni? Éste ilustre uruguayo fue escritor, abogado, poeta, jurisconsulto y fundador del Partido Socialista. Sin duda era un intelectual de renombre que enalteció a las letras uruguayas.
Pero insistimos, en nuestra ciudad deben primar los nombres de carolinos y de quienes sin serlo vivieron en esta ciudad y tuvieron actividad de destaque. Quizás deba incluirse el nombre de Hilario Tobio, dueño del horno donde se hicieron los ladrillos para construir la iglesia de San Carlos Borromeo. Recordemos que el primer nomenclátor data de 1877. Se reunieron para dar nombres a las calles: Antonio Gorostiza, F. Alvariza, Armando Rodriguez, Pedro Olivera y Pedro Acosta. Faltó a esa reunión Cayetano Acosta. Estos ciudadanos regían los destinos de esta villa . El 2 de abril de ese año, 1877, se realiza la reunión donde se eligen los nombres para las calles de la incipiente población.
El nomenclátor sufrió con el paso de los años los avatares de las rencillas políticas y alcahuete-rías como en el caso del barrio Asturias. Allí se homenajea al país que mandó al asesino Cristóbal Colón a robar el oro y exterminar a los verdaderos dueños de éste continente.
Publicamos el primer plano de San Carlos que hizo el agrimensor José Olsina en 1853.
Publicamos el primer plano de San Carlos que hizo el Agrimensor José Olsina en 1853. Dos décadas después se le dio nombre a esas calles. Vemos en un ángulo, el viejo cementerio donde ahora está el corralón municipal, Se ve también la antigua plaza 25 de Mayo², hoy llamada Plaza Artigas. Como se ve no estaba desde el principio la Plaza de la Cuchilla³.
En 1998 escribíamos en el Diario Correo : “Las calles de San Carlos y sus denominaciones es un tema trillado, pero sigue teniendo vigencia ya que ninguna autoridad nuestra, tien el coraje de agarrar el toro por las astas y solucionar los errores de los nombres. Se lavan las manos y soslayan el problema por miedo de algunos personajes a quemarse y quedar muy torrados”.
Lo del título, el nomenclátor es la gran vergüenza carolina es un tema que no se agota con esta nota.
Habrá más.
Fuente: Mirope Medina
Leonardo Olivera
El Coronel Leonardo Olivera, fue un oriental de larga y reconocida trayectoria en la lucha por la Independencia.
Hasta la fecha no se ha encontrado ningún documento que acredite fielmente su lugar de nacimiento. Por esta causa Castillo, reclama para sí este honor, y fundamenta el nacimiento del héroe en su región, ya que su padre estaba establecido en Castillos Chico donde se le habían concedido tierras y había establecido en ellas su estancia. Se puede afirmar que fue bautizado en la Parroquia de San Carlos, casi al mes de nacido, y que la partida de bautismo aclara que fue bautizado por necesidad por un laico llamado Gregorio Aguirre, quien salió de padrino.
La casa que fue de Leonardo Olivera, ubicada frente a la Plaza Artigas, la había comprado a Don Antonio José Teodoro Silva, por la suma de 4000 pesos.
Leonardo gran conocedor del campo, sus tareas y los escondites y las hazañas que éste escondía; gracias a lo cual fue un gran estratega.
Su vida militar la inició integrando las guarniciones de Maldonado y San Carlos, combatiendo los robos de ganado que los portugueses realizaban a través de la frontera con Brasil. En 1814 recibe el grado de Alférez de Milicia de Maldonado, pasando a servir a las órdenes de Rivera.
En 1816 combate junto a este Jefe en la Batalla de India Muerta (primera), donde son derrotados. En 1818, cae prisionero pasando a Brasil en cautiverio. Vuelto al país se incorpora al ejército de Lavalleja con los Treinta y Tres. Es enviado a Maldonado para reunir gente; logra reclutar numerosos vecinos y baten numerosas partidas enemigas a la vez que les toman las caballadas que tenían concentradas. Otra vez en Maldonado es ascendido a Coronel, y se apresura a unirse a Lavalleja que marcha hacia Durazno.
El 12 de octubre de 1825, este ejército logra en los campos de Sarandí un resonante triunfo. En ese mismo año, en audaz estrategia, toma la fortaleza de Santa Teresa. Sorpresivamente cae sobre este Fuerte y el campamento Chuy (reserva de soldados portugueses).
El 20 de febrero de 1827, Olivera interviene en la Batalla de Ituzaingó, en territorio brasileño donde las fuerzas imperiales son derrotadas. Allí pierde la vida el temido Jefe portugués: José Abreu y Olivera es herido.
En febrero de 1828 se realiza la segunda toma de la Fortaleza, la que fue abandonada de noche ante la proximidad del ejército oriental. Se incautó gran cantidad de material bélico enterrado y abundantes comestibles.
Leonardo Olivera falleció el 12 de Abril de 1863. Los restos se inhumaron en San Carlos. En 1909, familiares piden el traslado de sus restos al Cementerio de Pan de Azúcar. En Abril de 1953 se realiza un homenaje popular al caudillo oriental. Se levantó en la Plaza Artigas una garita simbólica (réplica de las de Santa Teresa) la que se inaugura el día 19 en un acto solemne. Los restos del Coronel Olivera son traídos por integrantes del Ejército Nacional y la urna transportada al templo parroquial donde se ofició un te-deum.
Luego se depositó al pie de la garita donde permaneció hasta el día siguiente. Público e instituciones realizaron guardia de honor y los escolares desfilaron depositando en su paso una flor. El día 20, partió el cortejo rumbo a Santa Teresa, destino definitivo de los restos donde descansan en un monumento ecuestre erguido a su memoria. Impresionante caballería gaucha brindó la más elocuente veneración al abnegado servidor de la Independencia.
Hasta la fecha no se ha encontrado ningún documento que acredite fielmente su lugar de nacimiento. Por esta causa Castillo, reclama para sí este honor, y fundamenta el nacimiento del héroe en su región, ya que su padre estaba establecido en Castillos Chico donde se le habían concedido tierras y había establecido en ellas su estancia. Se puede afirmar que fue bautizado en la Parroquia de San Carlos, casi al mes de nacido, y que la partida de bautismo aclara que fue bautizado por necesidad por un laico llamado Gregorio Aguirre, quien salió de padrino.
La casa que fue de Leonardo Olivera, ubicada frente a la Plaza Artigas, la había comprado a Don Antonio José Teodoro Silva, por la suma de 4000 pesos.
Leonardo gran conocedor del campo, sus tareas y los escondites y las hazañas que éste escondía; gracias a lo cual fue un gran estratega.
Su vida militar la inició integrando las guarniciones de Maldonado y San Carlos, combatiendo los robos de ganado que los portugueses realizaban a través de la frontera con Brasil. En 1814 recibe el grado de Alférez de Milicia de Maldonado, pasando a servir a las órdenes de Rivera.
En 1816 combate junto a este Jefe en la Batalla de India Muerta (primera), donde son derrotados. En 1818, cae prisionero pasando a Brasil en cautiverio. Vuelto al país se incorpora al ejército de Lavalleja con los Treinta y Tres. Es enviado a Maldonado para reunir gente; logra reclutar numerosos vecinos y baten numerosas partidas enemigas a la vez que les toman las caballadas que tenían concentradas. Otra vez en Maldonado es ascendido a Coronel, y se apresura a unirse a Lavalleja que marcha hacia Durazno.
El 12 de octubre de 1825, este ejército logra en los campos de Sarandí un resonante triunfo. En ese mismo año, en audaz estrategia, toma la fortaleza de Santa Teresa. Sorpresivamente cae sobre este Fuerte y el campamento Chuy (reserva de soldados portugueses).
El 20 de febrero de 1827, Olivera interviene en la Batalla de Ituzaingó, en territorio brasileño donde las fuerzas imperiales son derrotadas. Allí pierde la vida el temido Jefe portugués: José Abreu y Olivera es herido.
En febrero de 1828 se realiza la segunda toma de la Fortaleza, la que fue abandonada de noche ante la proximidad del ejército oriental. Se incautó gran cantidad de material bélico enterrado y abundantes comestibles.
Leonardo Olivera falleció el 12 de Abril de 1863. Los restos se inhumaron en San Carlos. En 1909, familiares piden el traslado de sus restos al Cementerio de Pan de Azúcar. En Abril de 1953 se realiza un homenaje popular al caudillo oriental. Se levantó en la Plaza Artigas una garita simbólica (réplica de las de Santa Teresa) la que se inaugura el día 19 en un acto solemne. Los restos del Coronel Olivera son traídos por integrantes del Ejército Nacional y la urna transportada al templo parroquial donde se ofició un te-deum.
Luego se depositó al pie de la garita donde permaneció hasta el día siguiente. Público e instituciones realizaron guardia de honor y los escolares desfilaron depositando en su paso una flor. El día 20, partió el cortejo rumbo a Santa Teresa, destino definitivo de los restos donde descansan en un monumento ecuestre erguido a su memoria. Impresionante caballería gaucha brindó la más elocuente veneración al abnegado servidor de la Independencia.
Carlos Reyles
Nació en San Carlos el 12 de Febrero de 1825. De niño realizaba ventas callejeras de pasteles, gracias a lo cual entró en contacto con el Comendador Correa; quien le compró mercancías que pagó con monedas de oro. Años más tarde, Carlos Reyles dejó su Villa y emprendió viaje hacia Río Grande en busca de mejores posibilidades de trabajo.
Con el dinero ahorrado compró campos en Tacuarembó y luego en Durazno. En ellos este carolino instaló dependencias de trabajo. En sus estancias concentró numerosas familias carolinas, muchos de los cuales eran familiares suyos.
Carlos Reyles está entre los pioneros del mejoramiento del ganado en el país, al introducir ganado de raza inglesa con lo que logró alcanzar una gran superioridad en el rendimiento de las carnes. Fue miembro de la Asociación Rural del Uruguay y de la de Durazno que lleva su nombre.
Actuó como Diputado y Senador en varios períodos. Desempeñó el cargo de Jefe Político de Tacuarembó por dos veces. Su integridad moral y su criterio mesurado, lleno de profundo humanismo, destacaban a este hombre donde él estuviera. Siempre anheló una buena educación, se le escuchaba decir que hubiera dado todo lo que poseía por esta causa. Su escuela fue la vida, fue un autodidacta. En 1862 el gobierno de la República le encomienda levantar una población en suelo oriental frente a Santa Ana. Reyles dio cumplimiento a la fundación de Rivera, haciendo mensurar las tierras, actuando como Agrimensor Martín Pays. Era necesario tomar posesión de estas tierras orientales y usufructuar sus riquezas porque los pobladores brasileños las estaban utilizando para pasturas, extracción de piedra y arena; leña y fabricación de tejas. Durante su Jefatura hizo publicar el 1er. Periódico que llamó El Eco de Tacuarembó.
Falleció en Montevideo el 6 de Mayo de 1886 a los 61 años. Dejó un extenso legado en el que favoreció a familiares, ahijados, servidores, instituciones de caridad, de enseñanza, de salud pública y a los más pobres necesitados de San Carlos.
Con el dinero ahorrado compró campos en Tacuarembó y luego en Durazno. En ellos este carolino instaló dependencias de trabajo. En sus estancias concentró numerosas familias carolinas, muchos de los cuales eran familiares suyos.
Carlos Reyles está entre los pioneros del mejoramiento del ganado en el país, al introducir ganado de raza inglesa con lo que logró alcanzar una gran superioridad en el rendimiento de las carnes. Fue miembro de la Asociación Rural del Uruguay y de la de Durazno que lleva su nombre.
Actuó como Diputado y Senador en varios períodos. Desempeñó el cargo de Jefe Político de Tacuarembó por dos veces. Su integridad moral y su criterio mesurado, lleno de profundo humanismo, destacaban a este hombre donde él estuviera. Siempre anheló una buena educación, se le escuchaba decir que hubiera dado todo lo que poseía por esta causa. Su escuela fue la vida, fue un autodidacta. En 1862 el gobierno de la República le encomienda levantar una población en suelo oriental frente a Santa Ana. Reyles dio cumplimiento a la fundación de Rivera, haciendo mensurar las tierras, actuando como Agrimensor Martín Pays. Era necesario tomar posesión de estas tierras orientales y usufructuar sus riquezas porque los pobladores brasileños las estaban utilizando para pasturas, extracción de piedra y arena; leña y fabricación de tejas. Durante su Jefatura hizo publicar el 1er. Periódico que llamó El Eco de Tacuarembó.
Falleció en Montevideo el 6 de Mayo de 1886 a los 61 años. Dejó un extenso legado en el que favoreció a familiares, ahijados, servidores, instituciones de caridad, de enseñanza, de salud pública y a los más pobres necesitados de San Carlos.
Mariano Soler
Nació el 25 de marzo de 1846 en San Carlos. Los padres del Dr. Soler, debieron emigrar a Brasil durante la Guerra Grande y al regresar vivieron en Chafalote (Rocha), donde soportaron las penurias de la posguerra.
En su edad escolar, fue enviado nuevamente a San Carlos a la casa de su abuela donde inició sus estudios con el maestro Solares y el Sacerdote Angel Singla. En su adolescencia manifestó el deseo de ser sacerdote, lo cual no agradó a su padre; pero su esposa y cuñadas lo convencieron para que lo autorizara.
Fue a Montevideo de pupilo al Colegio de Don Jaime Roldós y Pons. Luego fue a la universidad y después al seminario de Santa Fé, tomando a su cargo los estudios el Vicario Apostólico; ya que su padre no contaba con los recursos económicos para solventar sus estudios.
Sus estudios culminaron en forma brillante en el colegio Latino Americano de Roma, obteniendo así las sagradas órdenes el 20 de Diciembre de 1872.
Consagrado sacerdote; continuó igualmente sus estudios, obteniendo el Título de Bachiller en teología, el de Licenciado y la borla de Dr. en Derecho Canónigo. Dotado de una profunda cultura, retornó al país, secundó a Monseñor Vera cuando fue elevado a la categoría de Obispo, desempeñando los cargos de Fiscal, Provisor, Vicario General de la Diócesis y Cura Párroco de la Iglesia del Cordón entre los años 1874 -1890.
Al Dr. Soler se le debe el liceo Universitario y el Club Católico. Dictó cátedra de filosofía e historia y escribió infinidad de artículos de carácter religioso. Fue Diputado por el departamento de Canelones.
En San Carlos, adquirió una vivienda en 18 de Julio en donde la curia levantó un Colegio de varones al que llamaron "Dr. Soler" y del que era principal sostenedor junto con el sacerdote Francisco Irisarri. En el mismo se impartía enseñanza elemental y comercial, lecciones para ingreso a la universidad, materias de Bachillerato, Contabilidad, Teneduría de Libros, idioma francés y clases nocturnas para adultos. Posteriormente dejó de funcionar y pasó como colegio de las Hermanas Domínicas. En 1891, Mariano Soler fue nombrado tercer Obispo de Montevideo, la sede de Montevideo fue elevada a la dignidad de Metropolitana por el Papa y estableció en la capital el Arzobispado y los Obispados de Salto y Melo. Se trasladó a Roma donde recibió de manos de León XIII el Palio que lo consagró Arzobispo. De regreso prestó juramento ante el Presidente de la República y Ministros de Estado en la Casa de Gobierno. Realizó varios viajes a Europa y por América. Su agitada labor lo llevó a trastornos en su salud. En 1908 realiza el último viaje y parte de Génova en el vapor "Umbría", pero Monseñor no alcanzó a llegar a su patria. Falleció el 26 de Setiembre; su cadáver no pudo ser embalsamado. El "Umbría" llegó a puerto montevideano el 13 de Octubre. Particulares, autoridades civiles y militares lo recibieron con los honores merecidos...? Sus restos fueron velados en la Iglesia Matriz donde se les dio sepultura junto a la Capilla del Santísimo.
Fuente: Datos extraídos del Libro: "Nomenclator de San Carlos", realizado por el Centro de Investigaciones Históricas de San Carlos.
Año 2000.
En su edad escolar, fue enviado nuevamente a San Carlos a la casa de su abuela donde inició sus estudios con el maestro Solares y el Sacerdote Angel Singla. En su adolescencia manifestó el deseo de ser sacerdote, lo cual no agradó a su padre; pero su esposa y cuñadas lo convencieron para que lo autorizara.
Fue a Montevideo de pupilo al Colegio de Don Jaime Roldós y Pons. Luego fue a la universidad y después al seminario de Santa Fé, tomando a su cargo los estudios el Vicario Apostólico; ya que su padre no contaba con los recursos económicos para solventar sus estudios.
Sus estudios culminaron en forma brillante en el colegio Latino Americano de Roma, obteniendo así las sagradas órdenes el 20 de Diciembre de 1872.
Consagrado sacerdote; continuó igualmente sus estudios, obteniendo el Título de Bachiller en teología, el de Licenciado y la borla de Dr. en Derecho Canónigo. Dotado de una profunda cultura, retornó al país, secundó a Monseñor Vera cuando fue elevado a la categoría de Obispo, desempeñando los cargos de Fiscal, Provisor, Vicario General de la Diócesis y Cura Párroco de la Iglesia del Cordón entre los años 1874 -1890.
Al Dr. Soler se le debe el liceo Universitario y el Club Católico. Dictó cátedra de filosofía e historia y escribió infinidad de artículos de carácter religioso. Fue Diputado por el departamento de Canelones.
En San Carlos, adquirió una vivienda en 18 de Julio en donde la curia levantó un Colegio de varones al que llamaron "Dr. Soler" y del que era principal sostenedor junto con el sacerdote Francisco Irisarri. En el mismo se impartía enseñanza elemental y comercial, lecciones para ingreso a la universidad, materias de Bachillerato, Contabilidad, Teneduría de Libros, idioma francés y clases nocturnas para adultos. Posteriormente dejó de funcionar y pasó como colegio de las Hermanas Domínicas. En 1891, Mariano Soler fue nombrado tercer Obispo de Montevideo, la sede de Montevideo fue elevada a la dignidad de Metropolitana por el Papa y estableció en la capital el Arzobispado y los Obispados de Salto y Melo. Se trasladó a Roma donde recibió de manos de León XIII el Palio que lo consagró Arzobispo. De regreso prestó juramento ante el Presidente de la República y Ministros de Estado en la Casa de Gobierno. Realizó varios viajes a Europa y por América. Su agitada labor lo llevó a trastornos en su salud. En 1908 realiza el último viaje y parte de Génova en el vapor "Umbría", pero Monseñor no alcanzó a llegar a su patria. Falleció el 26 de Setiembre; su cadáver no pudo ser embalsamado. El "Umbría" llegó a puerto montevideano el 13 de Octubre. Particulares, autoridades civiles y militares lo recibieron con los honores merecidos...? Sus restos fueron velados en la Iglesia Matriz donde se les dio sepultura junto a la Capilla del Santísimo.
Fuente: Datos extraídos del Libro: "Nomenclator de San Carlos", realizado por el Centro de Investigaciones Históricas de San Carlos.
Año 2000.
José Prego de Oliver
Si bien no es carolino, Prego de Oliver hay datos fundamentales en su poema escrito al Teniente de fragata muerto en combate en nuestra ciudad; defendiendo el territorio de manos de los ingleses y siendo esta la única ciudad que no pudo invadir el mencionado ejército.